No estás siempre en mi mente, solo te recuerdo cuando no me acuerdo de olvidarte. Pero admito que las tardes se me hacen un poco largas desde aquel martes, y las madrugadas son interminables. No me he acostumbrado del todo a que no me den las buenas noches por telefono, te reconozco en distintas caras y siento que estás de pie apoyado en cada esquina de la calle. Se me hace un nudo en el estómago cuando llega una llamada o un mensaje, pensando en una pequeña posibilidad. Ojala pudiese haber guardado el olor de tus camisetas, y tu voz.
Tengo miedo de seguir echándote de menos y de que tú no lo hagas. De que no leas esto; de tropezarme contigo, o de no hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario